¡Ábre noche tu bóveda de estrellas!
Solo un halo trashumante,
un bocado de silencio,
la voz de la muerte espera,
y soy huésped del recuerdo,
escondido en soledad, por tus calles prisioneras.
Ya conocí el amor bajo el muérdano,
su luz, su mortaja de sándalo,
el goce inolvidable de los besos,
y su amanecer de fuego.
Eucarísticamente vengo, vida,
mi sentir es nuevo,
la locura, su euforia y estruendo
no tienen morada en mi cuerpo.
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