domingo, 12 de agosto de 2012

Romanticismo y mujer



Gustavo Adolfo Bécquer



Cruza callada, y son sus movimientos 
silenciosa armonía; 
suenan sus pasos, y al sonar, recuerdan 
del himno alado la cadencia rítmica. 


Los ojos entreabre, aquellos ojos 
tan claros como el día; 
y la tierra y el cielo, cuanto abarcan, 
arde con nueva luz en sus pupilas. 



Ríe, y su carcajada, tiene notas 
del agua fugitiva; 
llora, y es cada lágrima un poema 
de ternura infinita. 



Ella tiene la luz, tiene el perfume, 
el color y la línea, 
la forma, engendradora de deseos; 
la expresión, fuente eterna de poesía. 



¿Que es estúpida?... ¡Bah! Mientras callando 
guarde oscuro el enigma, 
siempre valdrá, a mi ver, lo que ella calla 
más que lo que cualquiera otra me diga.




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